lunes, 25 de diciembre de 2023

2000 DNE

¡Hola! ¿Qué tal están?

En esta oportunidad me propongo presentarles mi cuento corto 2000 DNE (2000 Después de Nuestra Era), un texto donde se pone de manifiesto como todo cambia con el paso de los milenios, tal y como ha estado pasado en otras ocasiones, y como cosas ahora de gran valor por distintos motivos, y hasta conocidas por casi todos, podrían un día llegar a ser desconocidas o vistas con otros ojos.

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 El hombre caminaba con indolencia a lo largo de la ancha acera de una gran ciudad, como si no tuviera planeado hacer nada importante ese día a pesar de ser un martes. La mañana era hermosa y soleada, y un cielo sin nubes de un limpio celeste presagiaba iba a haber buen tiempo. Por eso no era raro fuera vestido nada más con unas ropas informales de colores vivos, y no llevara un paraguas consigo. Por sus ropas incluso daba la impresión de ser más bien domingo y dirigirse a un partido de tenis, o si se viene a ver de golf a juzgar por la bolsa colgando de su hombro. La visera blanca de la gorra en su cabeza contrastaba mucho con la piel oscura de su rasurado rostro de gruesos labios.

Por todas partes podían verse elevados edificios rodeados de unos surtidos canteros, entre ellos los caminos asfaltados se esparcían como ríos plateados en todas las direcciones. El viento en las cimas de las construcciones hacía mostrarse y ocultarse, como gavetas sujetas de uno de sus vértices, las piezas móviles con las que estaban en parte recubiertos. El movimiento rítmico de suave vaivén no hacía ruido perceptible y nadie parecía notarlo mucho a pesar de su extravagancia. En todo caso esa no era la única forma de obtener la energía necesaria para los colosos, parecidos por esto a gigantes guerreros saludándose entre ellos desplegando y recogiendo sus brazos. La luz del sol también refulgía sobre la colorida cristalería de semiconductores de las amplias fachadas cual si lo hiciera en las armaduras de bruñido acero.

El hombre se detuvo cuando notó movimiento de personas a través de uno de los caminos por donde corrían en silencio una miríada de autos sin volante. Por un segundo se podría pensar se había cansado de llevar su bolsa y planeaba detener uno de los ligeros coches de cuatro plazas. En cambio en lugar de eso se limitó a observar uno de los grupos de gente a medida aspiraba con deleite un aire cargado de gratos aromas y se sonreía interesado. En los canteros más cercanos a donde estaba la multitud, también crecía gran variedad de árboles y arbustos, llenándolo todo, además de con sus exóticos olores, con su verdor esplendoroso. El canto de las alborozadas avecillas volando entre las copas de la vegetación llenaba los corazones de alegría. En las cercanías de uno de los canteros, en una especie de parque, era en donde estaban situadas las mesas para jugar ajedrez y otros juegos de parecida índole. Por un instante más el hombre vaciló en su sitio, como indeciso entre si presentarse a desafiar a uno de los ganadores del encuentro o continuar con su paseo matutino; mas pronto suspiró como resignado con su ineludible destino, y reemprendió su marcha despreocupada con paso firme.

Por la soleada acera por donde iba, a diferencia de donde se habían estado reuniendo los innumerables jugadores del otro lado de la calle, no se movían muchas personas a esa hora. En el tiempo que llevaba caminando sólo había pasado por su lado un hombre rubio, corriendo como si se le hiciera tarde para una importante cita. Es posible debido a eso mismo fue que poco después la muchacha delgada de piel canela llamó su atención como lo hizo y hasta logró detenerlo de nuevo. En los gruesos labios una vez más se esbozó una sonrisa a medida la boca se entreabría como con asombro y los ojos pardos seguían a la chica, a pesar de ser esta más bien común y corriente, y por lo visto no pasar de los dieciséis años. En realidad, si no fuera por un zorro plateado trotando a su lado mientras lo miraba todo con la curiosidad de un niño, la presencia de la muchacha no resaltaría especialmente ni estando en esa acera casi solitaria, y eso aun teniendo en cuenta sus ropas deportivas, podría decirse más bien escasas.

Por su parte la chica iba ensimismada y no notó cómo la observaban ni cuando pasó por un lado del hombre y éste se fue volviendo para continuar mirándola. El descubrimiento lo hizo su zorro plateado, y volvió la cabeza por un par de veces antes de hablarle a su dueña. En ese instante fue cuando la muchacha se detuvo y le lanzó a su vez varias miradas a su inesperado compañero. Por lo visto en un primer instante no le gustó demasiado ese interés de un individuo de cerca de cuarenta. En todo caso su disposición cambió cuando de improviso a un costado del hombre se manifestó también un zorro plateado parecido a su mascota. En ese momento en sus gordezuelos labios sin pintar se esbozó una sonrisa de alegría, y sus enormes ojos verdosos se iluminaron como luceros.

En lo que los zorros corrían uno hacia otro y se conocían oliéndose con frenesí entre ellos, las personas se limitaron a mirarse sin emitir palabra. En eso se pasaron unos minutos, y luego se despidieron con un gesto de la mano como si hubieran estado conversando animadamente, en tanto cada zorro volvía raudo donde su dueño lo esperaba. El hombre estuvo un poco más mirando como su recién conocida se retiraba, cual si deseara retener para siempre esa imagen en su memoria, antes de a su vez ponerse en marcha.

—Ha llegado un correo —dijo su zorro levantando la cabeza—. ¿Desea se lo lea? —preguntó cuando su dueño lo miró distraído.

—No, no, lo leeré en persona —respondió el hombre y delante de su rostro se desplegó una pantalla luminosa.

La luz del sol sobre la acera molestaba un poco la lectura y el individuo se movió seguido por su zorro plateado, para ponerse a la sombra y dedicarse a leer el texto:

"Estimado Leopoldo Barreras Sotolongo:

La antigüedad enviada por usted a concurso nos ha resultado interesante; sin duda se trata de una obra rara en extremo, utilizada a pesar de su grosor para entretener a los niños de hace muchos milenios. Es probable que se usara en los tiempos de las nacionalidades, mucho antes de la gran guerra de donde emergió nuestra nueva era de paz, estabilidad, y progreso. Por lo menos eso nos parece por la poca credibilidad de los relatos, la profusión de errores, y la cantidad de contradicciones encontradas en sus páginas. En nuestra época llena de verdaderos milagros no sería adecuada ni para un niño aun cuando es cierto algunos relatos tienen contenido moralizante y marcadamente educativo, puesto otros son poco pedagógicos, y en ocasiones hasta demasiado violentos. En verdad desde cuando se empezaron a usar los implantes cerebrales que nos traen tantos beneficios es bastante poco probable encontrar un chico de más de cinco años que pueda creerse, o incluso soportar, esa clase de lectura. En todo caso, lo dicho no demerita para nada el valor de su descubrimiento, y estamos honrados de tenerlo entre los finalistas de nuestro concurso. La única cosa en la que no nos hemos puesto de acuerdo todavía es en el porqué del nombre del libro. En caso de tener usted más información sobre ese aspecto le agradeceríamos nos la envíe, pues nadie ha sabido decir qué es eso de Biblia, y en nuestros archivos de después de la gran guerra no existe nada sobre eso.

Sin más se despide de usted.

La junta directiva.".

El señor Barreras suspiró complacido e hizo desaparecer con un movimiento de sus ojos la pantalla virtual de delante de su rostro. El zorro lo miraba desde la acera como esperando una orden, cual un perro deseando le lanzaran un palo. Por la mañana había salido para dirigirse a una de las ruinas cubiertas de umbría selva en donde había encontrado el libro antiguo y ahora tenía muchos más deseos de ir a hurgar más en los restos. En ese sitio debió de existir una gran ciudad en un momento del pasado a juzgar por las ruinas aun si sólo los pocos miembros del club de los amantes del pasado, como su zorro plateado virtual indicaba lo era en su caso, se interesaban en esos asuntos. Por lo pronto se alegró de no haberse detenido en un juego de mesa, a pesar de su gusto por ellos, y se puso de nuevo en camino a medida su zorro se diluía en la nada dado sus servicios no eran solicitados.

"Tal vez tenga suerte de nuevo", pensó imaginando la cara de sus amigos, y de Samantha, la nueva miembro de piel canela recién conocida, cuando pudiera comentarles todo eso de la carta.

De todas formas, en ese momento no deseaba decirles nada, no tenía ganas de interrumpirlos, a esa hora del día todos sus conocidos estarían ocupados en sus propios hobbies o investigaciones, y no había nada más que hacer en la ciudad durante la mañana.

Pero por la noche todo cambiaría, pues los había invitado a su concierto en el club para tocar el saxofón para ellos y divertirlos, lo cual lo llenó de gozo sólo de pensarlo, incluso podría presentarles varias de las melodías antiguas de las mismas ruinas en donde había encontrado ese libro misterioso de cuentos infantiles.

En ese instante hacía varios siglos de la desaparición de la especie humana originaria del planeta, como mismo habían desaparecido casi sin dejar el menor rastro las naciones y las ideologías reaccionarias que provocaban las guerras; ahora las AI y los robot se ocupaban de los trabajos más pesados, cuidaban bien del medio ambiente natural, y garantizaban la abundancia de recursos que hacían improbables los crímenes entre los pocos humanos con genes modificados recreados a partir de los restos de sus antecesores.

En el mundo unido del 2000 DNE, surgido después de la última guerra, nada más había cabida para las actividades creativas, sólo persistían ocupaciones realmente humanas, o por lo menos así era en las zonas no contaminadas.

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Me despido esperando puedan comentar su parecer sobre este cuento corto, y hasta recomendar a todos los demás una lectura interesante.

¡Hasta pronto!



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