lunes, 11 de diciembre de 2023

El hombre que salvó el mundo

¡Hola! ¿Qué tal están?

El 1 de septiembre de 1983, un avión de pasajeros Boeing 747-200 de la aerolínea de Corea del Sur, Korean Air, se desvió de su recorrido, y sobrevoló (presuntamente debido a un error fatal) territorio restringido de la Unión Soviética (oeste de la isla de Sajalín).

La fuerza aérea de la URSS envió a su encuentro cazas Su-15 y MiG-23 para interceptarlo, en un despliegue inusitado para un avión civil, y los pilotos de un par de los primeros terminaron derribando el Boeing con 269 personas a bordo, entre las que se encontraba el congresista de los EE.UU. por el estado de Georgia, Larry McDonald.

En realidad, ahora se sabe, la culpa no fue del todo de los soviéticos; en la región también volaba un avión espía RC-135 de los EE.UU., y eso, junto a cierta cadena de casualidades, y a que la URSS tenía concentrada en la región una fuerza de combate importante, hizo aparentemente que los pilotos de los cazas Su-15 se confundieran de objetivo, y que sus superiores les dieran órdenes precipitadas. Pero como en lugar de reconocer su error la URSS se dedicó a ocultar todo lo sucedido (como solía hacer a menudo), y hurtó la caja negra de la aeronave durante décadas para no devolverla a sus legítimos dueños y revelar la verdad, los astutos políticos de los EE.UU. pudieron sacarle lascas y más lascas a ese asunto frente a una opinión pública mundial con razón cada vez más indignada por lo ocurrido.

El caso de un derribo como ese tampoco fue único, y en una reciente (2023) película rusa titulada Одна (con subtítulo en español Única superviviente), también podemos ver la historia de un avión soviético lleno de civiles derribado por un caza del mismo país.

En fin, como iba diciendo sobre los políticos, el incidente fue calificado en público por Ronald Reagan, entonces presidente de EE.UU., como la «Masacre de la aerolínea coreana», un «crimen contra la humanidad que nunca debe ser olvidado» y un «acto de barbarismo… de brutalidad inhumana y cobarde». Por eso no es nada extraño que el comentado derribo provocara el marcado empeoramiento de las relaciones entre las superpotencias mundiales, en medio de una Guerra Fría cada vez más ansiosa por calentarse, como por otro lado otra vez sucede ahora mismo.

En ese contexto, empeorado poco después por el inicio de los preparativos para los ejercicios militares de la OTAN en la zona de Europa Occidental bautizados con el nombre de Able Archer 83, se produjo otro incidente que puso al mundo al borde de la desaparición, incluso cuando es cierto que no es demasiado conocido, y que el héroe que salvo la humanidad fue castigado en lugar de recibir su merecida recompensa por su sacrificio.

En efecto, el teniente coronel Stanislav Yevgráfovich Petrov se encontraba a cargo del búnker Serpujov-15, el 26 de septiembre de 1983, cuando ocurrió el incidente, y es probable que de ser otro el oficial en servicio no estuviéramos para hacer el cuento. En ese búnker en cuestión estaba situado el centro de mando de la inteligencia militar de la Unión Soviética, y era desde donde se coordinaba la defensa aeroespacial de todo el país. En resumen, todo había ido bien hasta cerca de las dos de la tarde (hora de Moscú), y parecía que el 26 de septiembre sería un día como otro, no obstante, de improviso uno de los satélites de alerta temprana soviéticos reveló que un misil balístico intercontinental de los EE.UU. estaba siendo lanzando desde la base de Malmstrom (Montana, Estados Unidos).

¿Qué significaba esto?

En apenas 20 minutos más la demoledora carga nuclear alcanzaría la Unión Soviética y la golpearía irremediablemente.

Me imagino la cara de Petrov al verse ante tal situación, y no sería extraño si en un primer momento se sintiera confundido; nadie podría comportarse de otro modo en presencia del fin del mundo. Por suerte, en vez de dejarse llevar por los nervios, razonó que ese reporte debía de tratarse de un error, puesto que nadie comenzaría una guerra con la potencia nuclear más grande de la historia, y menos lanzándole un mísero misilillo. El destino, sin embargo, tenía una prueba más para Stanislav, y pronto los ordenadores revelaron el lanzamiento de cuatro misiles balísticos más desde el territorio del despiadado enemigo imperialista.

Es posible que esta vez sí que el teniente coronel se hubiera decidido a informar a los mandos superiores de lo que sucedía, y si lo hubiera hecho estos hubieran iniciado de verdad la última gran guerra. Es sabido que luego del incidente del avión coreano el mando soviético estaba nervioso, y que incluso antes el Secretario General del PCUS hasta noviembre de 1982, Leonid Brézhnev, y el en su momento director del KGB y en ese entonces a su vez Secretario General del PCUS, Yuri Andrópov, estaban seguros de que los aliados se preparaban para comenzar una guerra nuclear contra la Unión Soviética. Pero Petrov era estudioso, conocía bastante bien las peculiaridades (o más bien múltiples fallos) del OKO (Sistema de Satélites de Alerta Temprana de la URSS), y por eso decidió por su cuenta no informar, tomando la amenaza por un error garrafal de la combinación de satélites y de ordenadores.

La controversial decisión de Petrov de hecho salvó a su gente y a todos los demás habitantes del planeta de un fin seguro, aun cuando sin lugar a dudas excedía sus facultades, dado su deber era haber informado a los verdaderos encargados de tomar las decisiones.

En fin, en pago por sus invaluables servicios a su patria y a toda la humanidad, Stanislav Yevgráfovich Petrov fue reasignado a un puesto inferior, y para colmo, se decidió ocultar el incidente siguiendo la lógica soviética, y así terminó la historia del hombre que con sus nervios de acero salvó la vida humana en la Tierra.

Por cierto, al menos algo bueno salió del sacrificio de los 269 inocentes inmolados por culpa de todo ese malentendido del vuelo 007 (casi todos chinos si mal no recuerdo).

Por causa del derribo del mencionado vuelo, y de la posterior dificultad para localizar el punto de caída y tal vez salvar alguna víctima lo más rápido posible, o por lo menos recuperar la caja negra del avión (como se sabe retirada con sigilo por los soviéticos), el presidente Ronald Reagan anunció que el sistema GPS, como se sabe inicialmente pensado sólo para propósitos militares por parte del Departamento de Defensa, estaría disponible para los civiles una vez que fuera finalizado.

El cantante y guitarrista irlandés Gary Moore también escribió la canción titulada Murder In The Skies, perteneciente a su álbum Victims of the Future, basándose en este evento de la Korean Air.

Es una lástima que no se le haya hecho también una canción a Stanislav Petrov por su sacrificio, porque como nadie se enteró de lo sucedido hasta mucho después; pero bueno, así son las cosas en este mundo, como diría el zángano de unos conocidos animados cubanos: «unos todo lo tienen, y otros, nada… como Petrov».​

¡Hasta pronto!

 

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