miércoles, 30 de noviembre de 2022

Flores deshojadas

¡Hola! ¿Qué tal están?

El ser humano suele comportarse de un modo poco inteligente a menudo, no se sabe si porque eso le conviene en ciertas ocasiones, para alcanzar un objetivo oculto que no le es posible justificar y nada tiene que ver con lo que declara, o porque realmente cree en las tonterías que hace.

El caso de lo sucedido con el VIH en un comienzo, cuando se extendió por el mundo la idea más bien estúpida de que se trataba de una enfermedad de homosexuales, es bastante elocuente; es verdaderamente increíble constatarlo, sin embargo, un número significativo de personas heterosexuales cavó su propia tumba al no protegerse dada esa falacia, y no se trataba de personas retardadas.

¿Cómo se les ocurrió un virus iba a poder distinguir las preferencias sexuales de su próxima víctima?

En todo caso podría ser los homosexuales estuvieran en una situación de más riesgo debido a sus costumbres, puesto algunos llevaban una vida promiscua y desordenada, no obstante, los heterosexuales tampoco eran un modelo de conducta, y si hacían lo mismo, y eran promiscuos, no tenía mucha importancia el sexo de su compañero o su compañera, al virus eso ni le iba ni le venía.

Pero por lo menos en el caso comentado arriba, era la persona ingenua, y no otra, la que pagaba por las consecuencias de guiarse por una idea tan poco creíble; en otras ocasiones, por desgracia, los platos rotos los han pagado los inocentes, y por eso, los hechos han despertado la indignación de la gente consciente.

Es éste último precisamente, cuando una víctima inocente es sacrificada por una idea sin sentido, el caso que sirvió de inspiración al pintor español Ramón Casas (1866-1932) para la creación en 1894 de su obra Flores deshojadas, en donde reproduce a una adolescente desnuda, se podría decir casi una niña, tirada en un suelo cubierto de coloridos pétalos de flores.


En las postrimerías del siglo XIX se había extendido la errónea creencia de que tener relaciones sexuales con una chica virgen servía de cura a la sífilis, una enfermedad que en esa época era bastante común entre la población (se sospecha incluso Lenin falleció como causa de los daños producidos en su organismo por esta enfermedad), y que era mortal con frecuencia debido a que aún ni la penicilina ni otros antibióticos con efectividad contra ella habían sido descubiertos.

El resultado de esa falsa teoría de moda fue que los casos de violación a adolescentes se hicieron tan comunes y corrientes que no llegó a haber una sola persona en todo el orbe que pudiera ignorar su existencia, incluidos los artistas.

Por supuesto, puede pensarse que la creencia comentada era cosa de esos tiempos, ahora en el pasado, cuando reinaba el analfabetismo funcional en la mayoría de los países; pero no debe engañarse con esto el lector, no es en todas partes que reina la cordura en nuestros días, y todavía existen lugares en donde por lo visto la gente se mantiene analfabeta.

En efecto, hasta donde se sabe, la práctica que le sirvió de inspiración en su momento al pintor español continúa en activo en el África negra, en donde se cree que sirve para curarse del antes mencionado VIH; por eso, no debe de extrañar a nadie si de pronto se encuentra con una versión más moderna de la obra de Ramón Casas comentada, y menos si esta vez está posando en ella una modelo de piel oscura.

¿Qué creen ustedes?

¿Conocen otros casos parecidos, en los que una obra de la plástica sirva o haya servido de denuncia a un hecho despreciable?

¡Hasta pronto!

 

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